domingo, 11 de octubre de 2015

El asunto de los gorgojos – Sergio Gaut vel Hartman


—¿Y cómo le dio por criar gorgojos, Pudibundo, si se puede saber?
—Se puede, Fracasia, se puede. Verá, estaba yo ayunando para honrar la fiesta del Peridonal...
—¿Es usted marmórico, Pudibundo? Jamás lo hubiera imaginado.
—No se confunda, Fracasia. Los que festejamos el Peridonal somos los excrementiceos de la divina deposición. Pero no me aparte del tema, por favor.
—Lo siento, continúe con su instructivo relato.
—Continúo. Como usted bien sabe, o tal vez ignore, da lo mismo, las honras excrementiceas se efectivizan mediante un ayuno ecléctico previo, que consiste en la ingesta de harinas leudadas a las que se somete a un proceso de estacionamiento que dura seis meses, seis días y cinco horas. 
—¿Así de exacto, Pudibundo?
—Así de exacto y riguroso, Fracasia. Pero no me interrumpa, por favor.
—Perdón de nuevo. Siga, siga.
—Inevitablemente un lapso tan prolongado de almacenamiento de las harinas facilita la proliferación de gorgojos de todo calibre.
—¿Hay muchos calibres de gorgojos, Pudibundo?
—Infinitos, Fracasia, pero le vuelvo a rogar que no me interrumpa.
—Perdón una vez más; no lo volveré a hacer.
—En esas circunstancias, en vez de separar la paja del trigo, o los gorgojos de la harina, que es casi lo mismo, advertí que el ayuno derivado de las honras excrementiceas podría tener unos interesantes efectos derivados.
—Y fue ahí que empezó a criar gorgojos.
—Aún no. La iluminación me llegó varios días después, justamente cuando me presenté ante el Zor de Verano, que es quien recibe las ofrendas de Peridonal.
—Es decir, el Peridonal se festeja en verano.
—No. El Peridonal se festeja en otoño. El Zor recibe ese nombre porque la acumulación de ofrendas eleva la temperatura del templo. Pero me ha interrumpido de nuevo, Fracasia.  
—¡Soy incorregible!
—En absoluto. Ya verá que se enmienda en cuanto le aplique mi correctivo especial, que consiste en una...
—Ahora el que se está apartando del tema de los gorgojos es usted...
—Tiene razón. Reanudo y enlazo. Al presentarme ante el Zor de Verano y contemplar su rostro enjuto y picudo como el de un gorgojo, con su aparato bucal masticador en el extremo de una probóscide, en ese mismo momento, recibí el mandato del Máximo Depositor para que dedicara el resto de mi vida a la cría de esos inofensivos y simpáticos insectos.
—Pero si usted dedica el resto de su vida a la cría de gorgojos no tendrá tiempo para cultivar nuestra amistad y la misma se marchitará como un rosal mal regado.
—No proteste, Fracasia. La vida es como es, no como a uno le gustaría que fuese. Y, por otra parte, tenemos el asunto ese del correctivo, que nos unirá para siempre.
—Tengo curiosidad por saber en qué consiste el correctivo, Pudibundo.
—Ya mismo se lo explico. Venga a mi recámara y quítese toda la ropa, Fracasia.
—¿Toda, Pudibundo?
—Absolutamente toda, Fracasia.

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