Nunca supe su nombre. Nos miramos y fue amor a primera vista. Pude leer en sus ojos el amor, la pasión, esas ganas de entregarse por completo al otro. Todo duró unos tres segundos. Tocó timbre y se bajó del colectivo. Nunca más volví a verla. Por ahí me equivoqué. Una de dos: o no soy bueno para la lectura de rostros, o ella escribió en su cara con muchos errores de ortografía.
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Daniel Frini
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