martes, 16 de febrero de 2016

Asunto de gravedad - Héctor García


Aquella noche también le robé el coche al Dr. Brown sin que se diera cuenta, pero con un objetivo bien definido. Secuestré a Guillermo Tell a punta de pistola y lo llevé derecho al manzano donde descansaba Newton. Acto seguido intimé al arquero a disparar, y la manzana que caía en ese momento, en lugar de golpear la cabeza del genio, reventó en mil pedazos. De vuelta en el vehículo, encontré bajo el asiento la prometida bolsa con monedas de oro y una nota de agradecimiento.
Ya en casa, me di una ducha rápida y fui a ver a mi hijo. El pobre se había quedado dormido sobre sus apuntes; parecía que al día siguiente tenía un examen sobre la ley de gravitación de Hooke...

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