sábado, 26 de diciembre de 2015

Dialéctica de la Ilustración - Saurio


―¡Qué hinchapelotas las minas con el asunto de la dieta! ―exclama Adán y arroja con todas sus fuerzas la manzana que le acaba de dar Eva.
La fruta atraviesa los siglos e impacta de lleno en la cabeza de Isaac Newton.
Este, analizando la gravedad de la situación, presenta una queja formal en el Vaticano.
―Ah, no, los reclamos referentes a episodios del Antiguo Testamento son jurisdicción del judaísmo ―alitera el papa―. Nosotros nos hacemos cargo de Jesús para acá, y eso si estamos de buen humor.
Newton recorre infructuosamente varias sinagogas y en Praga lo persigue un ejército de gólems. Huye a Pisa, donde lo encuentra a Galileo, tirando cosas desde la torre.
―Ya me tienen las pelotas llenas ―dice Newton.
―¿Y si le cagamos el negocio a las corporaciones religiosas?
―Dale. Yo le aviso a Darwin, a Einstein y a Freud y vos a Copérnico, Kepler y Marx, ¿sí?
―¿Y a Nietzsche, quién le avisa?
―Dejá, él se va a enterar solo...
Y es así cómo empezó la Modernidad.
Más o menos.

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