sábado, 26 de diciembre de 2015

Connotativo como un listado de palabras - José Luis Velarde


El director de una prestigiada agencia de espionaje institucional se topó con una lista que aparentaba carecer de sentido. Era un conjunto infinito de grupos de siete palabras sin relación aparente que no fuera el azar. El investigador probó, uno tras otro, diversos procedimientos para descifrarlas sin resultado alguno. Fallaron los lingüistas, los traductores y los síquicos tanto como los programas computacionales capaces de combinarlas y obtener interpretaciones lógicas basándose en los significados semánticos y connotativos.
Meses después acumulaba tanto desencanto y frustración que cometió un descuido inusual. Expuso un grupo de siete palabras a un compañero que solía escribir cuentos y no participaba en el proyecto.
El tipo observó un rato las palabras del Grupo 71.
“recuperar - observaba - último - instantáneo - complejo - plan – cierto”
Luego comenzó a escribir.
“Observaba un plan complejo para recuperar códigos secretos con un ardid instantáneo. No será lo último de la moda, pero podría ser cierto”.
El desencriptador escribió entonces:
“Un conocimiento instantáneo puede ser complejo y cierto. Esto lo supe mientras observaba un plan destinado a recuperar el último desencriptamiento realizado por un compañero de mi equipo de trabajo”.

El amante de los códigos secretos supo entonces que la misión acometida era imposible y que jamás sabría los significados. A cada grupo de siete palabras podría corresponderle desatar la imaginación de cada hombre dedicado a la escritura, pero también la de aquellos que nunca se habían propuesto practicarla hasta generar una cantidad inaudita de interpretaciones.
¿Y qué pasaría de usar 11, 563, 937 o cualquier número primo como el 7 para establecer los grupos de palabras?
¿Y si el misterio se escondiera en los números pares y no en el señuelo puesto a su alcance?
Las conclusiones obtenidas en cada caso eran tan subjetivas como el razonamiento humano.
El creador del listado infinito era también el creador de un método creativo para describir cada una de las partes que constituyen el universo.
Nombrarlas era una tarea divina.


Acerca del autor:
José Luis Velarde

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