Desde sus ojos rojos sostenidos por pedúnculos que parecían no resistir más el peso de esa mirada, observaba al público que embelesado y temeroso no sabía si el color de esos ojos era producto de la luz teatral o un efecto de caracterización. El personaje tomó un libro y leyó en voz alta el acertijo. Cerró las tapas con furia e hizo mutis por el foro atravesando un vidrio sin siquiera dejar un rasguño.
Acerca de la autora:
Raquel Barbieri
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