Trate de que no desatornillen su caja de caudales de su bolsillo. Evite a toda costa que le tiren demasiado las mangas hasta dejarlo sin brazos (o, llegado el caso, sin piernas). Sea lo menos curioso posible con avisos callejeros: no se deje tentar con perros calientes o chicas frías, clarifíquese la memoria flash en caso de emergencia. Tenga mano a la hora de disputar por un lugar sentado en transportes públicos para que no dejen sin batería sus ojos y oídos. Respete la señal de tránsito, sobre todo si tiene un congénere adelante que zumba como un zombi zarpado. Vuelva con calma pero con prisa antes de que empiecen a chupar sus jugos vitales como en los lugares de reposición de energía mediante masticación y plática. Si usted no pudo regresar, no podrá leer esto. Desolado.
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Héctor Ranea
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