―¿Quién se anima ―susurró Bobby Fischer― a decirle al rey blanco que todo su reino es un patio de sesenta y cuatro baldosas, treinta y dos de las cuales son blancas y otras treinta y dos son negras, que comparte el espacio con un rey negro y otros catorce vagos, que su poder se limita a lo que dicta el capricho del jugador, yo, por ejemplo, y que lo más probable es que pase Navidad y Año Nuevo metido en una caja?
―¡Yo me animo y se lo digo! ―exclamó a voz en cuello el rinoceronte de Ionesco.
―¿También te animás a decirle que se terminó la cerveza?Acerca del autor:
Sergio Gaut vel Hartman
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