Basta mirar el mundo que nos rodea, el cielo que nos cubre, para
reconocer la obra de alguien muy poderoso. El más grande de todos es
Wakan Tanka, no podríamos vivir sin él.
Durante la iniciática
Danza del Sol, reprimida por el ejército de los Estados Unidos con una
gran matanza que incluyó al gran jefe Sitting Bull, los guerreros sioux
se practicaban cortes en el tórax y los miembros, para introducirse
tacos de madera a los cuales fijaban unas correas que los unían, como
otros tantos cordones umbilicales, al poste central, que representaba al
Sol, hipóstasis del Espíritu Creador, eje del entero universo.
Igual
que los espíritus de los muertos no se acercan a hablarnos, salvo en
algunos sueños, con Wakan Tanka sucede lo mismo. Suponemos que está en
todas partes, pero es como las sombras de nuestros difuntos a quienes no
podemos oír.
Acerca del autor:
Daniel Alcoba
Daniel Alcoba
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