La mano en el picaporte duda, tiembla. ¿Qué habrá detrás de la puerta?, se pregunta. El estruendo fue mayúsculo y tiene entendido que no hay nada en ese cuarto. Junta coraje y se dispone a abrir. No puede. El brazo que la sostenía huyó despavorido y la dejó librada a su suerte.
Fernando Andrés Puga
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