Pidió morir.
—¿Quién me habla? —dijo una voz.
El reo miró a su alrededor. Pensó que estaba volviéndose loco.
Así que nuevamente requirió la muerte.
—¿Por qué quieres tal cosa? —preguntó la voz.
—¡Oh, Dios! —gimió el reo—. ¡Llévame!
Y la Voz dijo:
—No puedo llevarte. No puedo hacer nada, ¿ves? Me echaron los cepos: estoy atenazado, como tú.
Acerca del autor:
Juan Manuel Valitutti
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