El
librero necesitaba un empleado y con ese fin publicó un aviso en un
diario. Durante una semana no se presentó nadie. Cuando ya pensaba
en renovar el aviso llegó un muchacho de unos veinte años, parecido
a Harry Potter, y el librero se esperanzó: “¡Por fin voy a tener
un ayudante! Y me parece que este pibe sabe”, pensó. Habiendo
leído más de la mitad de la inmensa obra de Franz Kafka, puso a
prueba los conocimientos literarios del postulante, comenzando por
los títulos más emblemáticos del autor checo.
―¿Conoce
El castillo?
―He
visto varios en fotos, señor. ¿A qué castillo se refiere usted?
―¡Noooo!
¡Me imagino que conoce El proceso, por lo menos!
―El
Proceso de Reorganización Nacional, señor. Del setenta y seis al
ochenta y tres. Mi papá me contó.
―¡No,
no, no! ¿Y "El desaparecido"?
―Justamente…
¡en la época del Proceso, señor! Eso dice mi papá.
―¡No!
¡No! Hábleme de La metamorfosis.
― La
metamorfosis es cuando una mariposa se convierte en un gusano.
―¡No,
animal! ¡Y encima lo dice al revés! ¿Leyó "Carta al padre"?
―Mi
papá dice que es muy feo leer correspondencia ajena.
―¡Noooooooo!
Le doy una última oportunidad antes de cortarme las venas con el
lomo de Los Sorias. ¿Sabe quién es Kafka?
―¡Eso
sí, señor! Y a mi papá también le gusta mucho.
―¿Kafka?
―Sí,
señor. ¡Guido Kaczka! ¡El de la tele!
Acerca del autor:
Rubén Faustino Cabrera
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