A la memoria de Juanita Romero Scott.
La joven pintora entró, decidida y optimista en aquel parque descolorido y gris. La esperaba su amante. En sus manos llevaba envuelto su último cuadro, una sábila que había escogido como modelo. Al verlo sentado en la banca de siempre, retiró la envoltura y con él de frente, caminó despacio a su encuentro. A su paso, todo copiaba los tonos verdes del cuadro, los árboles y las secas plantas se tiñeron de verde almendra, de verdejade, de verde lirio, de verde mirto, de verde musgo, de verdepensamiento y la estatua del prócer sonrió.
Acerca del autor:
Jaime Arturo Martínez Salgado
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